ABANICO/ Santidad o placer

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Por Ivette Estrada

Tendemos a dividir el mundo, personas y acciones en un simplista maniqueísmo: buenos o malos, blanco o negro, placer o pecado. Rara vez avanzamos por la línea intermedia o el umbral del equilibrio. Asumimos de manera errónea que no existen convergencias felices, que el bardo es una falacia.
Esto ocurre en todo. También en lo que ingerimos: nos desplazamos al placer organoléptico o rehuimos, como avezados penitentes, la carne. ¿Y si nos convertimos en flexitarianos? Abrazar la flexibilidad subyuga.
Resulta ser una invitación inusual, pero implica concientizarnos de lo que comemos y de la trascendencia que tiene nuestra elección en el efecto invernadero. Privilegiar comer más plantas, pero al mismo tiempo, no recortar ningún tipo de alimentos, es una opción que diluye la dicotomía santidad o placer. Es tener lo mejor de ambos mundos.
Comer alimentos de origen vegetal la mayor parte del tiempo, es ser flexitariano. Este tipo de dieta ofrece beneficios dramáticos para la salud, como un menor riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes, también es una medida personal para combatir la crisis climática. Pero es flexible: la gente puede adoptar este régimen que acepta ingerir ocasionalmente la carne.
¿Qué quieres comer? Esa respuesta tiene infinidad de implicaciones no sólo sobre el propio organismo y la salud, sino también sobre las condiciones ambientales. Conforma nuestro entorno y, en gran medida, el mundo futuro. Resulta tan trascendente la dieta que da origen a múltiples corrientes de consumo. Estas son algunas de ellas:
Veganismo se refiere a una dieta totalmente basada en plantas sin carne, lácteos u otros productos animales. El vegetarianismo, en cambio, si admite lácteos y huevos, aunque no la carne. El pescatariano, en tanto, acepta la ingestión de plantas, lácteos y huevos, también pescado y otros mariscos, pero no de la carne.
El climatario, por otra parte, es elegir alimentos basados en reducir su huella de carbono, por lo que se evita la carne de res y cordero, mientras el reducetarian es disminuir al mínimo el consumo de carne en cualquier forma y el flexitariano, al que ya aludimos, implica una dieta basada principalmente en plantas, aunque ningún alimento está fuera de los límites. También se llama dieta vegetariana a tiempo parcial.
¿Por qué insistir en consumir vegetales? Porque una dieta basada en plantas sin procesar reduce el riesgo de enfermedades crónicas, como diabetes y enfermedades cardíacas. Incluso ciertos tipos de cáncer como el de colon y el de próstata. Incluso, puede revertir potencialmente las enfermedades cardíacas o diabetes.
La elección de nuestra comida no se limita al impacto en nuestro organismo: el sistema alimentario es responsable de un tercio de las emisiones globales que se emiten cada año, Esta estimación tiene en cuenta todo el ciclo de vida del cultivo y la producción de alimentos, incluido su transporte por todo el mundo.
Así, criar y alimentar grandes cantidades de ganado es el mayor contribuyente a la huella de carbono, y la carne de res es el alimento más intensivo en clima seguido de la de cerdo y aves de corral.
Ahora, los cambios graduales o “pequeños” en las dietas pueden lograr mejor la pérdida y controlar el peso en comparación con cambios más abruptos y drásticos en la dieta.
En suma: Ser menos rígidos en lo que consumimos nos permite seleccionar mejor, ser más amigables con el planeta y reafirmar nuestra noción de libertad y placer. Optar por la línea intermedia. Así que reitero: ¿quieres ser flexitariano?