Por Ivette Estrada
El adagio popular de dime con quien andas y te diré quién eres, puede aplicarse aceradamente al mundo laboral. Los vecinos en el lugar de trabajo impactan el rendimiento, nivel de concentración, asertividad…pero también son susceptibles de incidir en el declive y caos.
Las personas más próximas físicamente en el trabajo inevitablemente impactan nuestro día. Pueden catapultar nuestro rendimiento o volvernos locos. Además, nuestros vecinos de oficina pueden cambiar como hacemos nuestras labores.
Al observar el radio de un metro alrededor de los trabajadores de alto rendimiento, los trabajadores cercanos aumentaron su productividad en 15 por ciento. Ese “derrame positivo” se tradujo en un millón de dólares en ganancias anuales adicionales, según una nueva investigación del profesor de administración Dylan Minor, de la Kellogg School.
Por supuesto, la otra cara son los trabajadores negativos. Ellos también afectan a sus vecinos. El derrame negativo es aún más pronunciado, a veces tiene el doble de magnitud de impacto positivo. Ante esto, las empresas se están dando cuenta de que la gestión espacial realmente importa.
Por lo pronto, con datos de la consultora Cornerstone OnDemand, se analizaron 58,000 trabajadores de servicios por hora en 11 empresas. El impacto financiero negativo de un trabajador tóxico fue de 12,800 dólares, contraste muy alto con el impulso financiero que proviene de una superestrella y que se reduce a un millón de dólares.
Por otra parte, una vez que una persona tóxica aparece a tu lado, el riesgo de volverse igual aumenta.
La cuestión no es muy simple: las personas no son uniformemente buenas o malas en sus trabajos. Muchos sobresalen en algunas áreas y son promedio o por debajo del promedio en otras. En el mundo de hoy, la mayoría de los trabajos que hacemos son multidimensionales y no jugamos de una pieza a la vez.
Para la investigación se obtuvieron dos años de información detallada sobre el desempeño de más de 2,000 trabajadores. Se escogieron dos medidas de rendimiento: velocidad y calidad, y dieron a los trabajadores una clasificación de alto o bajo para cada una.
Los investigadores literalmente trazaron un mapa de dónde se sentaba cada empleado y analizaron cómo el trabajo de cada persona cambiaba con el tiempo a medida que cambiaban sus vecinos.
Las cifras son deslumbrantes: Una superestrella aporta un valor adicional de 5,300 dólares al hacer más trabajo que un empleado promedio. Reemplazar a un trabajador tóxico con uno promedio crea un ahorro estimado de 12,800 en costos. Del mismo modo, reemplazar a un trabajador tóxico produjo casi cuatro veces el valor de contratar al 10 por ciento de mejor desempeño.
Otro dato significativo es que los trabajadores tóxicos tienden a extender su efecto a través de todo un piso de trabajadores en comparación con los trabajadores de alta productividad, que solo tienden a tener un impacto positivo a una distancia cercana de aquellos con los que trabajan.
Vale recordar, además, que las emociones son contagiosas. Aún a distancia. Así que las organizaciones deberán cuidar los espacios laborales y cada uno de nosotros no considerar intrascendente cerca de quienes nos sentamos en reuniones de trabaj o sociales.