Bobo producciones deja en el desamparo a El Haragán Y Compañía y a miles de fans por negligencia y omisión

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La noche que debía ser una celebración histórica para el rock mexicano terminó convertida en una afrenta. A sólo unas horas del inicio del concierto con el que El Haragán y Compañía conmemoraría sus 35 años de trayectoria en la Arena Ciudad de México, la presentación fue cancelada de manera abrupta debido a presuntas omisiones y negligencias atribuibles a la empresa promotora Bobo Producciones, responsable de la logística y producción del evento.

En un comunicado difundido a través de sus redes oficiales, la banda encabezada por Luis Álvarez “El Haragán” informó con pesar que el concierto sería pospuesto, sin que la decisión proviniera de ellos. Aunque el mensaje mantuvo un tono respetuoso y sin señalar directamente a los responsables, fue el propio público y diversos medios quienes confirmaron —al revisar los materiales promocionales y las publicaciones oficiales— que Bobo Producciones figuraba como promotora principal.

Horas más tarde, un video difundido por el grupo en redes sociales dejó entrever el verdadero trasfondo: siendo casi las 2 de la tarde se muestra una Arena CDMX sin absolutamenet nada montado, lo que deja entrever, sin mencionarlo de forma directa, que la verdadera razón del problema fue una falta de pago de la promotora hacia sus proveedores, lo cual imposibilitó la correcta operación del evento. Esa omisión derivó en el colapso de una producción que prometía reunir a miles de seguidores que ya se encontraban en camino desde lugares tan distantes como Chiapas, Villahermosa y hasta diversas ciudades de Estados Unidos.

Para los fieles del rock nacional, la indignación fue inmediata. No sólo por el daño económico y emocional de quienes invirtieron en boletos, transporte y hospedaje, sino porque se trata de una agresión simbólica contra un artista que ha sostenido, durante más de tres décadas, una trayectoria intachable, alejada de los escándalos y cimentada en la lealtad a su público y a la música.

“El Haragán y Compañía ha sido siempre una institución de respeto, disciplina y amor por el rock”, se lee en uno de los mensajes de apoyo publicados por sus seguidores. “Lo que ocurrió no es culpa de la banda, sino de una empresa que no cumplió su palabra”.

En redes sociales, las muestras de solidaridad hacia Luis Álvarez y su agrupación contrastan con la ola de reclamos hacia Bobo Producciones, señalada por actuar con negligencia, omisión y silencio administrativo, afectando no sólo la imagen de un ícono del rock, sino también el derecho legítimo del público para disfrutar de un espectáculo por el que pagó.

Luis Álvarez, quien ha mantenido un bajo perfil durante la crisis, representa precisamente lo opuesto a la improvisación que hoy mancha a la promotora Bobo Producciones. Su carrera ha estado marcada por la coherencia, la honestidad artística y el compromiso social de su obra, atributos que lo han consolidado como una de las voces más representativas e históricas donde las haya.

Mientras miles de fans esperan la nueva fecha que, según adelantó el propio artista, será reprogramada con la seriedad y el respeto que merecen, el caso abre un necesario debate sobre la responsabilidad ética de las productoras y promotoras de espectáculos en México.

Porque si algo ha demostrado el Haragán en estos 35 años es que la verdadera grandeza del rock no se mide por el tamaño del escenario, sino por la honradez de quienes lo pisan. Y esa integridad, esta vez, no fue correspondida.

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