Control de daños y diplomacia provinciana 

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TRAS BAMBALINAS

Jorge Octavio Ochoa.

Tras la X Cumbre de Jefes de Estado en América del Norte, López Obrador puede sentirse satisfecho… o no. Hubo “control de daños” e incluso, en cierta forma, su imagen se revaluó.

Tardíamente, Andrés Manuel encontró gusto a ese tipo de reuniones internacionales, descubrió la importancia de participar en ellas y en septiembre se va de viaje por Sudamérica.

Pero el tiempo se le acaba. Tendrá muy pocas oportunidades ya. Su periodo de gobierno se extingue, junto con la juventud y la salud. Por eso se va desde septiembre.

En apariencia, el panel de controversias por la participación de empresas canadienses y estadunidenses en el sector energético mexicano está resuelto, pero, bajo la mesa, Trudeau y Biden le torcieron el brazo.

Sea como sea, la diplomacia a la ranchera funcionó: los llevó al AIFA; se tomó la foto con ambos, para fortalecer así la idea de que funciona, aunque México no logra la certificación internacional en materia aeronáutica.

Sin embargo, el gran ganador en esta segunda semana desastrosa del 2023, fue Marcelo Ebrard. No hubo fricciones palpables. En apariencia, López Obrador y su esposa lucieron como grandes anfitriones. Las imágenes son elocuentes.

Mientras el canciller desplegaba todas sus artes y encantos para lograr incluso el aterrizaje de Biden y Trudeau en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, Claudia Sheinbaum, se enfrentaba a otra desgracia en el Metro.

En menos de 24 horas, por voluntad propia, el presidente de México pasó, nuevamente, de la gloria al infierno, acuciado, paradójicamente, por el destino de tres mujeres: Claudia Sheinbaum, Yazmín Esquivel Mossa y Delfina Gómez.

La primera ha tenido que suspender, abruptamente sus giras de corcholata presidencial; la segunda está al filo del abismo para dejar la Suprema Corte; la tercera, en el principio de una contienda que a todas luces puede perder.

Para enredar más el engrudo, el presidente de la República y sus “ideólogos” salen otra vez con teorías disparatadas, como el “auto atentado” de Ciro Gómez Leyva y ahora el sabotaje en el Metro.

El anuncio de la militarización del Metro, lejos de tranquilizar a la ciudadanía, desató un alud de burlas y críticas, porque Sheinbaum había sido una de las pocas que había rechazado la presencia a ultranza de la Guardia Nacional.

Desde las 14:00 horas del jueves 12 de enero, 6 mil 60 elementos de la GN vigilan el sistema de transporte colectivo más importante de la Ciudad de México y su Zona Metropolitana, bajo esas insinuaciones de sabotaje.

Apoyada por el presidente de la República, la Jefa de Gobierno plantó esa posibilidad desde “La Mañanera” sin aportar elementos convincentes, fiel al estilo de López Obrador.

Episodios fuera de lo normal” los calificó, tras el choque de trenes en la Línea 3. Luego afirmó que las cajas negras fueron encontradas “en una camioneta” fuera del lugar; “ya las habían sacado”.

Después se supo que la susodicha camioneta, pertenece al propio Sistema de Transporte Colectivo (METRO), pero ella no abundó más al respecto. Ya para entonces estaba decidido: la GN vigilará todas las estaciones.

LAS REACCIONES 

“No necesitamos que lo cuiden, necesitamos que le inviertan”, advirtió la oposición tras considerar este asunto como “la peor crisis en la historia del Metro”. Resulta que el presupuesto actual de dicho Sistema está a niveles del 2010.

Fue precisamente en el gobierno de AMLO que se desplomó. Bajó de 19 mil 427 millones a 16 mil 767; luego a 16 mil 189 hasta llegar a 15 mil 81 millones actuales.

Además, se le retiró un fondo de capitalización de 3 mil millones de pesos, según datos difundidos por el PRI. El hecho, es que la política de austeridad ha sido más nociva y destructiva en el Metro que el crimen organizado.

Luego vino la confrontación con la UNAM por el caso de “la ministra”. El Presidente dijo que el rector Enrique Graue “se lavó las manos” y echó la pelotita al gobierno. Ahora la SEP tendrá que retirar la cédula profesional, o no.

Al margen de quien tome la decisión de anular su título y quitarle la cédula, el hecho es que Yazmín Esquivel era su propuesta inicial para encabezar la Corte. Es evidente que ya no lo será.

El panorama no es halagüeño para el inquilino de Palacio. El tablero se ha movido. De sus tres “corcholatas”, toma ventaja la que menos quiere, pues Adán Augusto también se empequeñeció tras el caso Ovidio Guzmán.

El ambiente se pondrá más tenso cuando se consume la extradición. Los pactos secretos estarán rotos. Las venganzas y ajustes tomarán carta de naturalización, pero ahora entre la clase política.

Aun así, de manera irresponsable, López Obrador y Claudia Sheinbaum lanzan a sus huestes, a esparcir el rumor de un sabotaje sin medir el alcance de sus palabras.

Inteligencia militar no ha dicho nada; simplemente se dejó arrastrar dócilmente para desarrollar ese despliegue de las fuerzas armadas en el Metro, a sabiendas de que es un camino riesgoso:

Si admiten desde ahora indicios de sabotaje, quiere decir que hay brotes de sedición. Grupos sociales lo suficientemente irritados para conspirar en contra del régimen de la 4T. De ahí, a los actos de terrorismo, sólo hay un paso.

Ese es el tamaño de las palabras y conceptos con los que juegan ambos mandatarios. Han cedido a la tentación de utilizar el juego de las mentiras y verdades.

Es el pretexto para que, bajo aparentes escenarios de confrontación social, apliquen la “violencia controlada” o el uso de la fuerza para someter a los adversarios. Ahí se verá entonces, el inicio de la verdadera militarización.

El caso de Ricardo Mejía Berdeja también abre un nuevo abanico de posibilidades maquiavélicas. Si el ex subsecretario de Gobernación defenestró al gobierno de la 4T para ir por la candidatura del PT, es un mal anuncio para AMLO.

Quiere decir que éste empieza a perder el control de sus fichas y pronto vendrá una marea de renuncias, cuando los aspirantes a puestos de elección popular no alcancen espacios y candidaturas.

Si por el contrario, la salida de Berdeja es solo un plan para acorralar, controlar y derrotar Armando Guadiana Tijerina y presumir una falsa democracia, es peor. Querrá decir que la traición es un elemento activo de la 4ª Transformación.

Será parte de la estrategia política, como el uso de la pobreza, para obtener seguidores y votantes, tal y como lo hizo el PRI durante 70 años. Ahora le llamarán: “cambios de opinión”.

Es, por tanto, una advertencia a las corcholatas: siempre es posible un plan B. Que nadie se sienta imprescindible. Lo curioso, es que, en ese juego de espejos, el más prescindible es el que se va.