En QRoo, Diablillas de Hondzonot juegan softbol en vestido y descalzas

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Lo que inició como un escape para amas de casa en la pequeña comunidad indígena de Hondzonot detonó el nacimiento de un movimiento deportivo en la zona maya del municipio de Tulum, en Quintana Roo, que rompe barreras y desafía estereotipos con mujeres que juegan softbol, con vestido y descalzas.

En una entrevista con EFE, Fabiola May Chulim, una de las fundadoras del equipo Diablillas Mestizas de Hondzonot, recuerda que hace siete años, cuando empezaron a jugar una especie de beisbol con pelotas improvisadas y palos de madera, recibían toda clase de insultos y gritos para que se fueran a casa a cuidar al marido y los hijos.

La historia de este equipo de mujeres inició en un torneo municipal donde el premio para las ganadoras era de mil 500 pesos.

Con el tiempo, se fueron organizando y pidieron a las autoridades locales que les pusieran un instructor con el que empezaron a practicar sóftbol a su estilo, con vestido y descalzas porque es como se sienten más cómodas.

“Había dos equipos, pero no jugábamos sóftbol, jugábamos como tipo béisbol, pero con unas pelotas de tenis, con madera y con eso jugábamos en la canchita de la comunidad. Decidimos unir fuerzas y crear un equipo formal, eligiendo el nombre ‘Diablillas’ porque decían que éramos las ‘mandonas del pueblo’, las que no obedecemos al marido, las que salen a la calle”, relató Fabiola entre risas.

Las jugadoras de este equipo enfrentan no solo el estigma social por ser mujeres jugando deporte, sino también el reto de mantener a la familia unida y cuidar a los hijos mientras ellas entrenan.

“Al principio solo salían a criticarnos, a insultarnos, pero nosotros no nos dejamos, le seguimos, le seguimos hasta que vieron que sí jugábamos”, señaló.

VISITARON A AMLO EN MAÑANERA

En 2021, como capitana del equipo, Fabiola May Chulim, fue con las Diablillas a una gira de trabajo que incluyó la visita al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) y su asistencia a la habitual “mañanera” en el Palacio Nacional.

“Yo me fui a la Ciudad de México representando al equipo en el 2021 con el presidente Andrés Manuel López Obrador, entonces ahí se dio a conocer en el mapa Hondzonot, de ahí se distinguió, se dio a conocer en el mundo lo que era la comunidad de Hondzonot, lo que era lo que hacíamos nosotras, entonces es algo que la gente fue aceptando poco a poco”, destacó.

La capitana destaca que la mayoría del equipo de las Diablillas son mujeres amas de casa, con hijos, y que incluso reparten turnos para cuidar de los menores cuando salen a entrenar, ya que no hay nadie más que la apoye con esta labor.

“Tenemos ese papel de ama de casa, pero también sabemos cuidar a nuestros hijos cuando salimos porque no los dejamos para salir, nos venimos con ellos y cada quien tiene el papel de que mientras lo cuidas yo entreno, luego sales tú y entro yo y así hemos manejado este equipo”, reflexionó.

Cada que las Diablillas salen a la cancha la comunidad se transforma.

“A veces escuchan que juegan las Diablillas y salen las personas a apoyar, salen las personas a ver, cuándo anteriormente no, no les gustaba y hasta ahorita los que criticaban antes le dan permiso a sus mujeres”, subrayó.

Actualmente, hay dos equipos de sóftbol en la comunidad de Hondzonot y las mujeres de poblaciones cercanas empiezan a organizarse para formar sus propios equipos.

“Es un orgullo ver que cada sábado hay más mujeres jugando que hombres. Estamos rompiendo el machismo y demostrando que las mujeres también podemos salir, distraernos y triunfar”, afirmó a EFE.

En el equipo de May Chulim, donde hay 18 mujeres, también entrenan a niñas de entre 8 y 12 años, porque tienen el sueño de formar un equipo juvenil que compita en ligas locales y más allá.

“Las niñas también tienen derecho a soñar. Queremos que crezcan viendo que pueden lograr lo que se propongan”, dijo Fabiola.

Fabiola es la menor de 12 hermanos, todos son beisbolistas, aunque se retiró momentáneamente por embarazo y para atender a su hija recién nacida, regresó a las canchas con más entusiasmo.

“Yo soy la última de esos doce, la que salió rebelde, la que salió softbolista, a mi papá al principio no le gustaba, que era pérdida de tiempo, que las mujeres no deben de hacer eso, pero pues con el tiempo ha cambiado mucho mi vida”, reconoció.

Además defiende que este deporte ha significado una lucha contra el machismo en estas comunidades originarias y una forma de empoderamiento de las mujeres.

“Somos mujeres que van trascendiendo, aquí todas brillamos, cada equipo, y aquí hay muchas mujeres que están jugando al sóftbol, es de reconocer que son mujeres que están luchando contra el machismo”, concluyó.