FORJADORES DE MÉXICO/ Líderes amados

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Por Antonio Ortíz Vázquez, Presidente de Forjadores de México, A.C

El interés genuino por los sentimientos de los miembros de nuestros equipos de trabajo fortalecen el compromiso e inciden en mayor productividad. También juegan un rol esencial en la resiliencia después de una crisis.
¿Cómo te sientes? Es una pregunta simple que modifica la percepción del trabajo y el propio concepto de importancia y valía. Aunque la más simple de las preguntas, innumerables personas tartamudean para encontrar una respuesta. Sin embargo, la aprecian como uno de los gestos más amables y humanos si procede de su gerente o jefe directo.
De alguna manera, la pandemia mundial de Covid-19 nos acercó a conceptos esenciales la función esencial del líder es hacer una diferencia positiva en la vida de las personas. Y para ello, a veces basta la compasión, sobre todo cuando aparecen escenarios de pérdidas y tragedia, como la pandemia o inminentes guerras.
Durante mucho tiempo se asumió que la compasión no era un elemento sustancial en el trabajo. El tratar de aliviar el dolor de otro no estaba en los libretos del ambiente laboral. Sin embargo, en entornos altamente convulsivos e inciertos, con un duelo pertinaz, se vuelve imprescindible.
La compasión se vuelve especialmente crítica durante una crisis. No basta mostrar control, se requiere sintonizar con los temores y ansiedades personales de empleados y colegas para ayudarlos a lidiar con sus propias reacciones.
Sabemos que una crisis puede desencadenar una variedad de respuestas fisiológicas y psicológicas que incluyen una mayor sensibilidad y angustia. Las crisis como la actual pandemia también pueden crear respuestas traumáticas a gran escala, ya que los miedos colectivos y las amenazas existenciales interrumpen el equilibrio y el aislamiento social debilita los vínculos que normalmente brindan apoyo emocional.
El pánico colectivo puede provocar una respuesta de “huida y afiliación” en la que las personas buscan lugares y contactos familiares mientras los traumas anteriores resurgen. La pérdida de la sensación de seguridad y normalidad puede desencadenar dolor y, con ello, sentimientos de conmoción, negación, ira y depresión.
En tales circunstancias, demostrar un liderazgo altamente visible y afectuoso se vuelve aún más importante. Paradójicamente, esto también es importante cuando los líderes están predispuestos a ocuparse de reuniones urgentes y problemas operativos, desencadenados en parte por la situación y exacerbados por su propia vulnerabilidad.
La gran paradoja en un tiempo de alta tecnología y digitalización de muchas funciones es que el afecto, la compasión y cuidado están más vigentes que nunca. Incluso, tareas esencialmente humanas como el interés y empatía se revaloran.
Encontrar la voz compasiva implica crear espacio para alcanzar una conciencia más aguda de lo que sucede dentro y alrededor de cada uno y ser audaz al exhibir vulnerabilidad y enfrentar lo que se desarrolla. Esto es esencial antes de volverse hacia afuera para aliviar el dolor, apoyar a los demás y permitir que las personas y el negocio se recuperen.
Los líderes amados son como nosotros, sientes como nosotros pero tienen la capacidad de mostrarnos su compasión.