GOBIERNO DE CALIDAD/ Partes interesadas, misión y palabras

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Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de calidad, consultoría de políticas públicas.
No son sólo los accionistas los que cuentan en una empresa. Las partes interesadas incluyen también a los clientes, trabajadores, proveedores y comunidades. Considerar a los cinco actores conforma un estándar moderno de responsabilidad corporativa.
No en vano, la Mesa Redonda de Negocios, compuesta por casi 200 miembros, incluidos los CEO de Amazon, JP Morgan y General Motors, emitió una en la que anunció la importancia corporativa para una de las cinco partes interesadas. Implica el viraje del capitalismo de accionistas al capitalismo de las partes interesadas.
Hace más de un año, Larry Fink de BlackRock, afirmó la necesidad de que las empresas tengan un propósito social. Del mismo modo, cuando Estados Unidos se retiró del Acuerdo de París en 2017, el presidente de Ford Motor Company, Bill Ford, dijo: “Nosotros seguimos profundamente comprometidos con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en nuestros vehículos y nuestras instalaciones”.
También aumenta el activismo político corporativo en los últimos años, con líderes empresariales que hablan y toman medidas contra las políticas gubernamentales que perjudican a las partes interesadas, especialmente a sus empleados.
Sin embargo, es conveniente preguntar: ¿Qué acciones seguirán a la retórica? ¿Qué cambiará? La responsabilidad social corporativa no puede verse sólo como un discurso o planteamiento en papel. Es necesario modificar la manera en la que se gestionan las empresas y los planteamientos de su misión.
Limitar o rehuir esta reconversión en favor de las partes interesadas sólo redundará en una gran decepción y en el abandono de quienes confían, son fieles o apoyan a la compañía con los subsecuentes perjuicios numéricos en los resultados y desempeño.
Si algo se hizo evidente a raíz de la pandemia mundial, es que existía mayor credibilidad de las personas en las empresas respecto a gobiernos o instituciones como partidos políticos o iglesias.
Reconfigurar la misión corporativa es el primer paso para lograr cambios trascendentales en lo que hacemos como empresa y por qué y para qué lo hacemos. Una misión clara y ambiciosa es la columna vertebral de la resiliencia ante posibles y constantes irrupciones. Pero también es la base de lo que visualizamos a futuro y la directriz del crecimiento corporativo.
En este momento, tenemos la oportunidad de generar mayores alcances sociales desde cada una de las unidades económicas. La meta empresarial es generar riqueza, pero este concepto debe revaluarse y no limitarse a una cifra sin sentido, sino todo lo que logramos y podemos transformar.
El manifiesto empresarial es el primer peldaño a la generación de empresas con gran certidumbre y credibilidad, porque la palabra es el cimiente de lo que se volverá realidad.