Por Julio César Briseño Cruz, CEO de Cénit, banca de desarrollo y consultoría empresarial.
Las 10 cosas que pocos conocen del crédito para empresas son éstas:
Solo 28% de las empresas mexicana recurrió al crédito empresarial en 2024. Esto revela no solo una brecha financiera, sino una falta de cultura estratégica en torno al financiamiento.
El crédito suele ser menos riesgoso y costoso que ceder participación accionaria o reinvertir utilidades. Es una forma de crecer sin diluir el control.
El acceso a financiamiento externo permite invertir en activos fijos y tecnología. También se traduce en mayor productividad y capacidad de competir en mercados internacionales.
Tiene plazos flexibles y adaptables. Los créditos empresariales suelen ofrecer plazos de 24 a 60 meses, ajustables al ciclo de vida del proyecto. Esto permite diseñar estrategias de crecimiento a mediano plazo.
Requiere una narrativa institucional sólida. Más allá de los requisitos técnicos (RFC, estados financieros, Buró de Crédito), lo que se evalúa es la coherencia del relato empresarial: ¿qué quiere ser esta empresa en el mundo?
Puede financiar tanto operación como expansión No solo sirve para comprar maquinaria o abrir sucursales. También puede cubrir capital de trabajo, nómina, inventarios o campañas de posicionamiento.
Las “letras chiquitas” son clave simbólica. Las condiciones del contrato (intereses, comisiones, garantías) no son solo técnicas: son pactos que definen el margen de maniobra institucional.
El crédito puede ser curatorial Elegir qué tipo de crédito tomar (bancario, fintech, cooperativo) implica una curaduría financiera que define el estilo de crecimiento: agresivo, sostenido, colaborativo.
Es una herramienta de movilidad institucional. Permite a empresas pequeñas entrar en ligas mayores, acceder a nuevos mercados, y transformar su estructura operativa. Es una forma de “moverse” en el ecosistema económico.
Su uso revela la madurez narrativa de la empresa. Las empresas que saben cuándo, cómo y para qué tomar crédito suelen tener una visión clara de su propósito, su temporalidad y su impacto. El crédito se convierte en un acto de autoría.
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