SALUD LABORAL/ Nuevas dimensiones del bienestar

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Por Joana Elizabeth Salinas, Socia Directora de Coperva y Psicopedagoga especializada en salud laboral

La salud social es el sinónimo actual del bienestar.

Aún antes de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud llamó al estrés la epidemia de salud del siglo 21 y estimó que le costaba a las empresas estadounidenses 300 mil millones al año en pérdida de productividad.

Apareció después el Covid19, se impuso el teletrabajo y una mayor conciencia del uso del tiempo y el involucramiento en causas relevantes para cada uno. La llamada gran depresión que actualmente se vive en economías desarrolladas es reflejo de un creciente interés por la salud social.

La salud no se limita a ser física y mental. También es social. Es decir, la conexión entre una organización y sus colaboradores, principalmente los flujos de conocimiento a través de las redes. Cuanto más fuertes sean éstas y se vuelvan transversales a la edad, raza y experiencia, más fuerte será el rendimiento y la cohesión social.

Ahora, las personas son seres sociales por naturaleza. Esto no sólo sintetiza una de las ideas principales de Aristóteles sino nos lleva a concluir que invertir tiempo y esfuerzo en la diversidad también puede traer dividendos: las empresas aumentan hasta 45% en la cuota de mercado como resultado directo de tener un equipo diverso.
Sin embargo, la salud social también implica tener tiempo. Esta es una de las principales razones del rechazo a las políticas de retorno a la oficina.

En sí, la ecuación de la salud social involucra estos factores: Control del tiempo y de relaciones, existencia de redes fuertes y buena comunicación.

Ahora, el que la salud social sea sinónimo de bienestar es por su innegable incidencia en la salud física y emocional.

En cuanto a los factores que conforman la salud social, la primera mención es el control del tiempo. El teletrabajo de alguna manera reforzo el empoderamiento de la manera en que destinamos tiempo a determinadas actividades y personas. Es uno de los más grandes empoderamientos que no existían en los trabajos formales y horarios de nueve a seis, por ejemplo. E incluso, muchas compañías se jactaban: aquí hay hora de entrada pero no de salida”, como si esto abonara a la productividad de la firma.

Es muy probable que los sistemas híbridos de trabajo se implanten en la nueva realidad laboral y los horarios flexibles se vuelvan cotidianos con el fin de satisfacer el equilibrio de la vida personal/laboral. Sin embargo, en muchos casos, como empleos operativos en fábricas o call centers, el trabajo es presencial. En ese caso, se debe recurrir al factor de redes fuertes para estimular el mejor desempeño y salud social de los colaboradores.

Fortalecer ls redes entre los trabajadores puede lograrse con actividades tendientes a que todo el personal se conozca e interactúe entre si. De forma simultánea, la comunicación organizacional debe cubrir todo el tipo de información que los empleados requieren para trabajar con certidumbre y lineamientos claros.

La convicción de que los colaboradores cumplen una misión común y reconocida por cada uno de ellos, es un buen punto de partida para lograr la salud social.